Hoy llegue de un viaje corto al norte del país. Llegué a mi casa en la madrugada, en la triste madrugada, me quise quedar dormida pero tuve una serie de sueños raros que me mantuvieron despierta hasta el amanecer. El último de mis sueños fue con un duende verde y pequeño, que montaba una bicicleta antigua y llevaba un bolso dorado, hablamos un momento hasta que decidió robarme el sueño, meterlo en el pequeño bolso y manejar la bicicleta hasta las nubes y precisamente en ese momento desperté y vi amanecer.

Estos días han sido un poco difíciles tengo la cabeza revuelta. Cada día que pasa me doy cuenta que me importa mucho lo que se dice, lo que se calla y no tanto lo que yo me guardo y asi se va pasando, se va pasando y hay cosas que se quedan y me duelen, otras que desaparecen y qué no daría para que se queden. Hace días que prefiero no hablar, ni salir, ni nada, obvio con algunas excepciones y es por miedo, no soy tonta solo sé que hago cosas sin pensar, que me pesan más y que quisiera olvidar y siguen aquí.

Tengo miedo, un poco de la gente, un poco o mucho de mí. No soy mala y reitero: Solo sé que hago cosas sin pensar... Y no quiero que piensen que me arrepiento, no lo hago, en lo más mínimo, me gusta mi vida, me gusta sentir cada día cosas diferentes... Si no, qué sería de la vida?, la vida es esto. Mi vida son mis días jodidos y también los felices, mi vida son estos días de frio intenso y también los de sofocante calor, mis días son días porque los espero con una sonrisa aunque se vuelva lágrima y me encanta.

Y me encanta darme cuenta que a pesar de todo sigo siendo la misma: Con tonterías en la cabeza y sin poder escribir un párrafo acerca de la naturaleza para mi clase de redacción, con flojera, con más y más miedos, feliz por salirme de vez en cuando de mi rutina, feliz por elegir si hablar o salir o si hacer algo o nada y al final no importa y al final, ¿Qué importa?

Cada vez las cosas pasan más rápido, tanto que ya ni nos damos cuenta de lo que pasa y me abruma esta situación.

Hoy

Me dijo mi hermano que debería escribir acerca de mi cotidianidad, no entiendo porqué si es tan bonito salirse un poco de lo de todos los días y darle rienda suelta a la imaginación, a los sentimientos tan traidos a menos. Pero, si hablo del hoy, hablo de las mañanas heladas y la pereza, y del despertador que detesto, hablo de mi madre gritándome, desesperada, para que me levante (y yo adorándola), hablo de la música en mi cabeza, hablo del colegio (tedioso), hablo de mis amigos (algunos), hablo de la salida que nunca llega, de los gritos de los maestros al ver que estoy como ausente, también de la salida que llegó y al fin, el camino para llegar a casa. Sí, hay cosas que deberian quedarse asi. Qué obediente.

Ya han pasado meses desde que no te he vuelto a ver, aunque cada vez que se hace de tarde y es triste como hoy, como siempre, te recuerdo y los ojos se me hacen agua pero ya no de felicidad. Me he sentado hoy a tomar una taza de café, a extrañarte más y a mirarte en mis sueños despierta. Prendo un cigarrillo, miro como el humo se va y le da vueltas a mi mundo casi como tú y tus sabores y tus olores que no me dejan en paz. Aun recuerdo tus palabras, hirientes, tus palabras, el fin que le diste a tu historia conmigo y ya mis ojos no solo se hacen agua sino que caen como la lluvia en verano, solo caen y no quiero verte ni en mis pensamientos, pero, cierro los ojos y estas tú, mirándome, no puedo al fin terminar mi historia contigo, yo no.